Después de la tempestad viene la calma. Y en esa que me di cuenta del estado de las espinacas. Las pobrecitas han quedado un poco maltrechas, pero ahora he aprendido la lección. En cuanto tengan un tamaño mínimo digno de la ensalada, allá que se irán.
No llegué a contratar el seguro agrario, así que tendré que asumir yo las pérdidas. :-P
Al lado vuelven a brotar los berros.
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